Autor: MAIZAR / Fecha: 04/10/11
La alianza entre el maíz y la carne en el Norte argentino puede significar un cambio sustancial en la producción ganadera. Por eso, desde la Asociación Maíz y Sorgo Argentino (MAIZAR) trabajamos en dos proyectos para generar más sinergia entre ambas producciones, destinados a mejorar el manejo del maíz y a hacer más eficiente el uso de los recursos forrajeros en la producción de carne en esa zona.
Hace algunos años, diversos factores hicieron que el sector ganadero atravesara un período de gran transformación. Durante la última década, el stock de cabezas de ganado descendió abruptamente en la región pampeana y una parte importante se relocalizó en otras regiones, como el Norte argentino, con hacienda adaptada a las condiciones locales de altas temperaturas, sequías, inundaciones, pasturas y campos naturales de regular o mala calidad, entre otras.
Uno de los factores que incentivan el avance de la ganadería en el norte es justamente la favorable relación que hoy existe para la transformación de granos forrajeros en carne, y probablemente la tendencia del uso del maíz en la ganadería será cada vez mayor ya que la demanda mundial de carne seguirá creciendo y necesitaremos producir cada vez más en menos hectáreas.
Por eso, todavía tenemos un amplio margen para mejorar y generar herramientas que nos permitan optimizar los índices de procreo, reducir la merma y acelerar los tiempos de ingreso a servicio para las hembras y el fin de la invernada de los novillos producidos.
El programa para mejorar el manejo del maíz en el Norte se enfoca a otorgar a los productores la información que les permita aumentar sus rindes, lograr mejores cultivos de maíz y mejorar sustancialmente la oferta forrajera para obtener un mayor desarrollo de la cadena de valor en la zona.
Hoy nos focalizamos en reducir la brecha entre los rindes potenciales de maíz y los efectivamente logrados dentro de una red de ensayos desplegada en 17 localidades que suman 2088 unidades experimentales en las provincias de Catamarca, Salta, Santiago del Estero y Tucumán. Allí se obtuvieron resultados que demuestran la enorme capacidad que tenemos de aumentar los rindes zonales. Por ejemplo, en Los Altos, Catamarca, se obtuvieron rindes de 15 mil kilos por hectárea, en parcelas con riego; en Leales y Monte Redondo, Tucumán, se obtuvieron rindes de 15 mil kilos por hectárea en parcelas en secano, y en Las Lajitas, Salta, 13 mil kilos por hectárea en secano.
Luego de 5 años de trabajo, pudimos concluir que el factor que más influye sobre el rendimiento es la fecha de siembra: la siembra hasta principios de enero se asocia con rendimientos cercanos a 10 mil kilos por hectárea, en ensayos experimentales. A partir de esas fechas, el rendimiento descendió, en promedio, un 22% ya que las fechas de siembra muy tardías exponen al cultivo a condiciones declinantes de radiación solar que impactan sobre la calidad ambiental durante etapas críticas o de llenado de granos.
Por otro lado se encontró una respuesta positiva al aumentar la densidad de plantas, pasando de 50 mil plantas por hectárea a 65 mil e incluso 80 mil en aquellos ambientes de mayor productividad, gracias al avance genético que lograron las empresas semilleras con híbridos modernos que toleran mayores densidades sin comprometer su rendimiento individual.
Para lograr mayores rindes, resulta imprescindible continuar con los ensayos y la investigación pues existe un margen significativo para incrementarlos de la mano de nuevos materiales genéticos adaptados a los diferentes ambientes productivos, nuevas tecnologías de manejo de cultivo, la incorporación de eventos biotecnológicos, así como a través del trabajo con otras instituciones como universidades, estaciones experimentales y el INTA. Esto nos permitirá además aumentar la rotación de los cultivos con maíz y sorgo en esta región donde los ecosistemas son frágiles y necesitan de un importante aporte de rastrojos de calidad para preservar el recurso suelo.
El segundo programa, desarrollado junto con la Universidad Católica Argentina (UCA), el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA) y la Asociación Argentina de Brangus, se enfoca en combinar una ganadería moderna con la suplementación de maíz en grano, silo o pastoreo directo.
Como parte del proyecto, se montaron mini-laboratorios en cada uno de los establecimientos que participa de los estudios para obtener muestras de bosta de los animales. Estas muestras se remiten luego al laboratorio de la UCA en Buenos Aires donde son analizados con el programa NIRS/NUTBAL de esa Universidad, clonado de la Texas A&M University, que indica cuáles deben ser las correcciones en la dieta del ganado de cada productor para lograr la mayor eficiencia en el aporte forrajero.
Sin dudas, el incremento de la demanda mundial de carne genera el escenario ideal para que la ganadería crezca creando mayor desarrollo en el norte de nuestro país, una zona que tiene un futuro promisorio como proveedora de carne de alta calidad al mundo.
Brasil, que se propuso ser el primer exportador mundial de carne, lo logró sin descuidar el consumo interno que crece gracias a la mejora de la calidad de vida de sus habitantes. La Argentina podría seguir sus pasos, pero tiene una cuenta pendiente para volver a ocupar ese lugar en los mercados internacionales: contar con exportaciones abiertas y dejar de intervenir sus mercados.
Así, la fórmula maíz + carne será la ganadora para el Norte argentino.