Ni vacas ni granos: el 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero viene del combustible fósil

Autor: MAIZAR / Fecha: 05/06/25

El cambio climático es un problema real y una de las amenazas más importantes hoy; la principal causa es la emisión de combustibles fósiles; para los sistemas productivos, el mayor riesgo es el aumento de la variabilidad, y hay que adaptarse manejando lo posible y asegurando el resto; el sector agropecuario puede contribuir a mitigar el problema, pero se debe evitar la miopía del carbono, hay apuntar a una producción sostenible integral, que se pueda medir con indicadores adecuados: tales fueron los puntos centrales de la presentación de Walter Baethgen, investigador de la Escuela de Clima de la Universidad de Columbia, en un panel del que también participó Francisco García Mansilla, de Viterra Argentina, y fue moderado por Pedro Vigneau, en el Congreso Maizar 2025.

El tema del cambio climático se ha vuelto popular, y como cualquier tema popular, uno empieza a escuchar una cantidad de imprecisiones y cosas inexactas, bolazos”, dijo Walter Baethgen, investigador de la Escuela de Clima de la Universidad de Columbia. Por ello, explicó el efecto invernadero muy esquemáticamente, comparándolo con un invernáculo. Una parte de la radiación solar rebota, otra parte atraviesa la atmósfera, llega a la Tierra, la calienta, ese calor vuelve a ser emitido hacia arriba, y cuando se va a escapar -en vez de encontrarse con el techo de vidrio del invernáculo-, se encuentra con unos gases que tienen la propiedad de atrapar ese calor y volverlo a emitir: son los gases de efecto invernadero. Este es el efecto invernadero natural. Si no fuera por él, no habría vida en el planeta tal cual la conocemos. De esos gases, los más importantes son el dióxido de carbono y el agua”, explicó. Pero, en los últimos 250 años, la actividad humana generó tantos de estos gases, que ahora ese efecto invernadero natural está aumentado. “Es como un techo del invernáculo más grueso. Es lo que genera el calentamiento global y cambios en el clima”.

Ahora, si nos importa el cambio climático de verdad, no nos distraigamos: casi el 75% de los gases de efecto invernadero proviene de la generación de energía con combustible fósil. Todo lo demás suma 25%”, recalcó Baethgen”. Incluso, comparó, dentro de las emisiones de combustibles fósiles, hay una parte que se conoce como pérdidas fugitivas, que se dan no por combustión sino por ineficiencias. Las tres fuentes más importantes de las pérdidas de metano en este sector se dan cuando se abre una mina de carbón, que hay que ventilar por seguridad; los pozos de petróleo, tanto cuando se perforan como cuando operan; y el gas natural que se pierde desde el pozo hasta que llega al usuario final. “Esas tres pérdidas fugitivas de metano representan casi el 7% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero en el mundo. ¿Cuánto representan las emisiones de todos los rumiantes del mundo?: 5,8%”, comparó.

Por otro lado, dijo que “no todos tenemos la misma responsabilidad en ese problema de emisiones. China, Estados Unidos y la Unión Europea son responsables de más del 52% de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el mundo ”. E insistió: “Si de verdad importa el cambio climático, hay que reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero, descarbonizar las economías. Hacer la transición a energía renovable lo más rápido posible. El 82% de la matriz energética mundial depende de combustible fósil”.

El cambio climático va a seguir por bastante tiempo, dijo el experto. “Tenemos que adaptarnos. Pero ¿adaptamos a qué? ¿Cómo va a ser el clima del futuro?”. Para responderlo, indicó que la mejor herramienta que hoy tiene la ciencia son los modelos de clima, que simulan lo que ocurre con el clima en posibles escenarios futuros de uso de energía, deforestación, cantidad de gente en el mundo, etc. Y mostró un modelo para una ventana grande de América del Sur, que incluye toda la Argentina, Uruguay y Paraguay, parte de Bolivia y de Brasil, que dice que la temperatura para el fin del siglo va a estar entre medio grado más que hoy y seis grados más. “Es como si yo dijera que, para fin de siglo, el precio de una tonelada de maíz va a estar entre USD 80 y 550: es un rango tan gigantesco que es casi imposible meterlo en un plan”, explicó. Y advirtió que para la lluvia es peor, porque ni siquiera muestra una tendencia (la temperatura sí, siempre sube). “Y esto es la mejor información que existe hoy. La conclusión de esto es que los escenarios climáticos del futuro, con las mejores herramientas que hoy tiene la ciencia, son muy inciertos . El objetivo fundamental de la comunidad científica con estos modelos era decirle a la sociedad que, si no hacemos algo y cambiamos nuestro sistema de desarrollo, vamos a tener problemas con el clima ”. Y, recalcó el experto, si no se pueden tener certezas en regiones tan grandes como la del modelo, mucho menos a nivel de distritos.

Baethgen citó un trabajo sobre Uruguay, que muestra qué pasó con la lluvia de verano, de diciembre a febrero, en los 90 últimos años: “la tendencia a la lluvia aumentó 80%, algo que los modelos climáticos no llegan a ver. Pero pasó”, dijo el experto. “Lo que hace el cambio climático es aumentar la frecuencia y la intensidad de eventos hídricos: grandes tormentas, grandes inundaciones, grandes sequías. Esa amenaza es mucho más importante que adivinar lo que va a pasar en los próximos años”.

En cuanto a qué se puede hacer hoy para que los sistemas de producción sean más resilientes, mejor adaptados, Baethgen dijo que, “básicamente, dos cosas: manejar lo que puedo y transferir lo que no puedo”. Así, llamó a “pensar todas las intervenciones que se puedan llevar a cabo para manejar lo mejor posible los riesgos climáticos (información, tecnología, riego, híbridos resistentes a sequía, etc.), y tenerlo bien cuantificado, y acudir a instrumentos financieros, como seguros, sobre lo que no podemos manejar”.

El especialista planteó que hay dos caminos para combatir el cambio climático: reducir las emisiones, que es cambiar la matriz energética, y limpiar la atmósfera de gases de efecto invernadero, secuestrando carbono, que es donde están las oportunidades para el agro . Recordó que, cuando se usan prácticas de manejo inapropiadas (mal laboreo, mal manejo de pasturas, mala fertilización), uno de los síntomas de degradación es que empieza a caer la cantidad de carbono del suelo. Y peor si además se agregan problemas de erosión, señaló. “Ahora, si en algún momento uno empieza a incorporar un paquete tecnológico mejorado (siembra directa, cultivos de servicio, fertilización, buen manejo de las pasturas, etc.), se revierte ese proceso, y la cantidad de carbono empieza a aumentar, hasta por lo menos llegar a su equilibrio original. “Las oportunidades están en eso que llamamos secuestro de carbono en el suelo”. Ese carbono va a quedar en el suelo por cientos de años, y es lo que genera el mercado de carbono, por el que un productor puede vender créditos de carbono, que compran las empresas que no pueden bajar las emisiones.

Si bien el secuestro de carbono no es una solución permanente, porque en algún momento el suelo va a volver a saturarse, “nos compra tiempo para que esa matriz, que hoy es 82% dependiente de combustible fósil, se vaya haciendo cada vez más renovable”. Lo importante, aclaró, es asegurarse de que la cantidad de carbono que se está secuestrando está bien medida y se puede certificar”.

Para el especialista, estos temas son importantes también porque ya los productos empiezan a tener la huella de carbono en los envases, es decir, figura cuántos gramos de dióxido de carbono se emitieron para hacer ese producto. “Eso se puede también convertir en barreras no arancelarias. Ya lo vimos con la deforestación”, dijo. Pero incluso fue más allá: “Tambiénhay que evitar la miopía del carbono, porque dentro de muy poquito tiempo, vamos a encontrar en los supermercados que los envases, además de carbono, van a hablar del agua, de la biodiversidad, del bienestar animal, del impacto social. Precisamos buenos indicadores de sostenibilidad ,de todas estas otras dimensiones que nos permitan diferenciarnos, no sólo de carbono”, enfatizó. “Un buen sistema de trazabilidad y un buen sistema de certificación es lo que permite dar valor agregado a lo que producimos. La buena noticia es que ya hay en desarrollo indicadores que se pueden utilizar para este tipo de dimensiones a nivel del lote, en forma práctica, basados en ciencia y ya probados”.

Francisco García Mansilla, responsable de Originación FAS de Viterra Argentina, dijo que es optimista: “Creo que vamos a encontrarle la vuelta, y creo que todas estas cosas para controlar o mitigar cuestan plata, por lo tanto, tenemos que encontrar una forma de poder hacer plata con esto”. Agregó que el mundo no solamente tiene que encontrar una forma de mitigar o mejorar estos ratios de emisión, sino, al mismo tiempo, debe encontrar en quien colocar la responsabilidad de aportar la solución: “Creo que esos somos los sectores que pueden capturar carbono, básicamente, fotosíntesis. Somos definitivamente parte de la solución, no del problema”. Para el especialista, la volatilidad climática puja por sistemas productivos mucho más resilientes. “En la Argentina hace 35 años laburamos en siembra directa, cultivos de cobertura, buenas rotaciones, miramos infiltración en suelo, carbono en suelo, raíces en profundidad, todas cosas que no todos los países miran, y lo hicimos buscando eficiencia productiva, una gimnasia a la que nos obligó la economía argentina. Nos hizo hipereficientes en el ecosistema de buenas prácticas ambientales”, dijo. “Creo que la Argentina tiene una oportunidad gigante si somos lo suficientemente piolas para aprovecharla”, enfatizó.

Fotos: https://drive.google.com/drive/folders/1t8BR8tV1onSi8TflavivdJ2QOJSGRSDc