Bioeconomía y desarrollo

Autor: Ingeniero Martín Fraguío – director ejecutivo de MAIZAR - Ingeniero Alberto Morelli – presidente de MAIZAR / Fecha: 21/01/14

Bioeconomía y desarrollo

El principal interrogante que se formulan hoy los distintos países es cómo mantener los niveles actuales de desarrollo económico y social. En los últimos años la mayoría de los países vienen acrecentando sus niveles de desarrollo, inclusión social e ingreso per cápita. En este contexto, la bioeconomía adquiere una relevancia creciente como una nueva forma de emprender el desarrollo económico y social.

El mundo atraviesa un vertiginoso período de cambios. La economía mundial crece e incorpora cada vez más personas a la clase media. El mayor poder adquisitivo de la población impacta directamente sobre la demanda de energía y alimentos. Al mismo tiempo, se espera que de aquí a 2050 la población aumente de los 6.900 millones actuales a más de 9.000 millones y, según estimaciones de las Naciones Unidas, el 98% de ese desarrollo se dará en el mundo en desarrollo y emergente. Mientras tanto, el aumento rápido y continuo de la utilización de energía procedente de combustibles fósiles sigue afectando los ecosistemas. 

El concepto de bioeconomía comprende las claves para el desarrollo futuro y surge de la necesidad de continuar con el desarrollo sostenido, pero sobre la base cuatro pilares diferentes a los que veníamos recurriendo hasta ahora.

  1. El desarrollo económico y social en lugar de basarse en la existencia de combustibles fósiles baratos ahora deberá basarse en energía de alto costo. Por lo tanto, la energía debe ser usada eficientemente y en la medida de lo posible, proveniente de fuentes renovables. Es fundamental comprender el ciclo de la energía y de qué manera los seres vivos, en sus distintos procesos, toman y entregan energía del ambiente a través de la energía solar y la fotosíntesis.

 

  1. El descarte de residuos debe tener el mínimo impacto ambiental posible. Además, deben ser materia prima para energía o para la sustitución de elementos no renovables, o de aquellos renovables cuya producción genera un impacto negativo sobre el ambiente.  
  1. La vida en la tierra existe a partir del agua y su ciclo natural. Por lo tanto, se debe evitar que el agua sea depósito de una gran cantidad de contaminantes que podrían ser recirculados. Es importante entender el rol que juega el ciclo de la materia y cómo la bioeconomía plantea la recuperación de los niveles de materia orgánica en los suelos.

 

  1. El ciclo de los gases es también fundamental. Entre ellos, los gases de efecto invernadero cumplen una función esencial para la vida en la tierra y por eso debe minimizarse su emisión.

La bioeconomía se asienta sobre estos cuatro pilares y se desarrolla a partir de un conjunto de nuevas tecnologías como la genómica, la biotecnología, la nanotecnología y la tecnología de la información, dispuestas para lograr un mayor aprovechamiento de la base de recursos naturales disponibles para la agricultura y la industria.

Vemos que el gran desafío de los países está en mantener sus ritmos de desarrollo. Para la mayoría, la oportunidad se encuentra a partir del desarrollo de un nuevo conjunto de tecnologías que promuevan el uso sostenible de los recursos y alejen a las demandas del ser humano de los recursos no renovables. Esto se ve reflejado en los mensajes y en muchos trabajos realizados desde distintos ámbitos tales como el Bioeconomy Blueprint de la Casa Blanca, el documento de bioeconomía de la Comisión Europea o la presentación ofrecida hace pocos días por el presidente Obama sobre el compromiso de los EE.UU. con el cambio climático. En los países en desarrollo el concepto de bioeconomía también es central y se vio expresado en la presentación brindada por el ministro Lino Barañao en el Seminario Argentina Bioeconomía, organizado hace pocas semanas entre varias instituciones, desde el ámbito del Ministerio de Ciencia y Tecnología.
 
La bioeconomía en la Argentina

Al unir las visiones de cadena de valor con la bioeconomía, desde MAIZAR entendemos que el mayor potencial de desarrollo de la cadena del maíz se encuentra a partir de la valorización de todos los productos y subproductos. En muchos casos se generan residuos útiles para la generación de energía o fertilizantes que pueden ser utilizados en la producción de maíz y sorgo. Para la cadena del maíz y del sorgo es una de las llaves para acceder a nuevos mercados de productos renovables y limitar la dependencia de productos fósiles o no renovables.

Nuestro país está una posición particularmente ventajosa tanto para contribuir como para beneficiarse de la bioeconomía emergente. Es bien conocida nuestra inmensa riqueza en recursos naturales –particularmente, tierra, agua y biodiversidad- de creciente valor estratégico para un mundo que hace un mayor uso de los recursos y procesos biológicos como base para sus actividades. Además, somos un reconocido y eficiente productor de biomasa de diversos tipos y tenemos una importante experiencia en cuanto a la utilización de las nuevas biotecnologías en los procesos productivos, que nos han representado importantes beneficios económicos, sociales y ambientales.

Mirando el futuro no cabe duda que la bioeconomía será una opción cada vez más relevante para enfrentar los desafíos que se anticipan y la Argentina está en camino de ser un actor importante. Sin embargo, para seguir creciendo sosteniblemente es indispensable generar alianzas entre países y comenzar a trabajar conjuntamente para transmitir que la agricultura moderna, como la que se lleva a cabo hoy en países como la Argentina y que está en pleno proceso de desarrollo gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más amigable con el medio ambiente.

Con ese objetivo, y con el compromiso de todos los integrantes de la cadena, el pasado 14 de mayo, en el Congreso MAIZAR 2013 “Alianzas para un mundo con maíz”, las organizaciones vinculadas con la producción de maíz de Brasil, Estados Unidos y Argentina (Abramilho, National Corn Growers Association, US Grains Council y Maizar) formalizamos la creación de la Alianza Internacional de Maíz, llamada “MAIZALL”, con el objetivo de colaborar en el ámbito mundial para comunicar los asuntos clave relacionados con la seguridad alimentaria, la biotecnología, la protección del ambiente, el comercio y la imagen pública de los productores.

Va a llevar un gran trabajo poder alimentar, vestir y proveer de energía y otros materiales a un mundo que crece. Es indispensable que comprendamos cuáles son nuestras responsabilidades. A través de nuestras entidades o asociaciones debemos lograr la mejor interacción posible con las agencias gubernamentales y los cuerpos legislativos del país y del mundo. En conjunto tenemos que derribar las barreras internacionales y desarrollar alianzas y estrategias entre los sectores productivos para poder continuar avanzando con el desarrollo tecnológico, que es el único camino para producir más con menos.