El maíz es más que un cultivo para grano.

Autor: Ingeniero Luis M. Bertoia – Profesor Titular de la Cátedra Cerealicultura de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora y Líder de la Comisión de Forrajes de MAIZAR – Asociación Maíz y Sorgo Argentino / Fecha: 26/11/12

El maíz es más que un cultivo para grano.

El cultivo de maíz posee una historia de más de 7 mil años. En ese tiempo, las diferentes civilizaciones lo han domesticado, mejorado y transformado en una planta sorprendente. Sin embargo, los esfuerzos realizados han sido dirigidos hacia la producción de grano. La excelente calidad forrajera que posee la planta de maíz minimizó los esfuerzos destinados a la mejora de la calidad nutricional y su aptitud para la conservación. El componente vegetativo (caña + hojas) fue considerado sólo un medio para lograr rendimiento y posibilidad de cosecha.

En los primeros morfotipos de maíz no se discriminaba su aptitud. Se aceptaba que el rendimiento y la calidad del silaje están determinados por el rendimiento de grano y la proporción de materia seca del grano por encima del resto de los componentes del vegetal. Por eso los mejoradores trabajaron en el desarrollo de germoplasma e híbridos para producción de grano únicamente. La calidad nutricional de la caña ha sido la gran olvidada en todos los procesos de mejora. Una de las causas de este enfoque es que programas de mejoramiento separados para silaje y para grano necesitan mayor cantidad de recursos.

Sin embargo, el veloz avance de la superficie destinada a reservas está poniendo en jaque el concepto de cultivo multiuso. Los elevados costos que significa el desarrollo de maíces específicos podrían diluirse por el volumen de las ventas. Sólo habría que agregar la formación e información que reciba el productor para que pueda exigir híbridos verdaderamente seleccionados para tal fin. 

Actualmente la mayor parte de la semilla que se comercializa en el país como maíz forrajero está formada por híbridos graníferos que se han manifestado como buenos productores de materia seca. Es evidente que la espiga es el principal componente por su aporte de calidad. Por lo tanto, el mejor híbrido granífero era considerado como el mejor forrajero. Pero, si analizamos este concepto con más profundidad, encontramos diferencias notorias que no deben ser pasadas por alto. Ya no deberíamos conformarnos con una planta granífera para ensilar. Pero este desarrollo es una tarea de todos, instituciones oficiales y privadas, empresas y organizaciones del ámbito agropecuario. Es el futuro, y no está lejano.

El silaje de maíz en Argentina

Si bien no existen datos genuinos, podemos afirmar que la superficie de maíz destinada a picado se viene incrementando en cada campaña. Según estimaciones privadas, del total de hectáreas sembradas durante la campaña 2011-12 (4.350.000 ha), aproximadamente el 21% (910.000 ha) se destinó a silaje, concentrándose el 83 % en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. El tambo empleó el 46% (404.000 ha) del total, siendo el 54 % restante (490.000 ha) absorbido por los productores de carne.

Si tomamos las producciones de leche y carne durante la misma campaña, podemos suponer que el 30 % de la leche y sólo el 5 % de la carne que se produce en el país provienen del silaje. Estos números, aunque aproximados, tienen la suficiente contundencia para extraer dos conclusiones:

  1. El silaje de maíz juega un rol clave en la lechería actual, calculándose que el 85 % de los tambos lo emplea. Es evidente que si no se incrementara la producción de leche se estaría cerca del techo en la expansión de este producto.

 

  1. La producción de carne presenta características opuestas. Podemos afirmar que nos encontramos con valores cercanos al piso de producción, y aún así, supera en superficie a la empleada por la actividad lechera. En el caso de que el precio de la carne se estabilizara cercano al promedio histórico, la demanda de semilla híbrida podría verse incrementada hasta valores insospechados. Tiene sustento suponer que en un futuro no muy lejano podrían equipararse las áreas destinadas a grano y a silaje.

Frente a esta realidad y a un futuro que podría ser promisorio para el mercado de semillas híbridas y para el país, nos encontramos a medio camino en el empleo de la tecnología que demanda el ensilaje de maíz. Todavía existen grandes pérdidas, algunas solucionables con inversiones mínimas. En promedio, se pierde el 25 % del silaje producido en el proceso de extracción hasta que el producto llega a la boca del animal. Un sistema de autoconsumo mal aplicado o una distribución inadecuada son las razones más comunes y las pérdidas que genera esta ineficiencia son similares al costo de cosecha y embolsado del forraje.

Si bien la incidencia es menor, no por ello debemos ignorar la utilización frecuente de híbridos menos aptos para este destino. De acuerdo a encuestas realizadas surge que gran parte de los productores eligen híbridos para silaje tomando como principales características al volumen total de planta y su rendimiento en grano. Muchas veces el costo de la semilla también gravita en la decisión. También se pudo detectar que no cuenta con suficiente información por parte de las empresas semilleras y carece de elementos que le permitan evaluar la calidad de los materiales. Por lo tanto, es frecuente que reduzca costos de producción utilizando semilla barata asumiendo que no existe diferencia entre ellos. Como consecuencia, no justifica realizar inversiones en genética. Debemos recordar el elevado costo que tiene la cosecha (picado) de un maíz, entre 2.200$ a 2.700 $/ha según rinde para la campaña presente, mucho mayor que si el lote se destinara para grano. Entonces, a esta altura es necesario hacernos una pregunta clave: ¿Por qué muchos siguen eligiendo genética barata, a diferencia del maíz destinado a grano, si el costo de producción es mucho más elevado?. Las razones son complejas y tienen múltiples explicaciones.

Híbridos graníferos e híbridos forrajeros

Como advertimos más arriba, existen diferencias significativas entre un híbrido granífero y otro forrajero. Veamos algunas de ellas:

  1. Genéticas

 

En una planta granífera todo el rendimiento es aportado por el grano. La altura no tiene relación con la capacidad de rendimiento en grano, el tallo debe ser sólido y sano para asegurar por largo tiempo la transferencia de elementos nutritivos a la espiga, la corteza debe ser espesa y fibrosa para permitir aguardar el comienzo de la cosecha o la sobremadurez sin problemas de vuelco. En cambio, en un material para silaje toda la planta contribuye al rendimiento en materia seca, la caña tiene que ser rica en azúcares y poco fibrosa, muy palatable y digestible para los animales, suficientemente sólida para asegurar el picado.

En la planta que se destina a la producción de forraje, la espiga es sólo uno de los componentes. La caña y las hojas son tanto o más importantes ya que pueden aportar entre un 50-70% de la materia seca cosechada y valores mayores si se toma en cuenta la materia verde. Por lo tanto, este componente debería ser objeto de mejora en cuanto a su calidad. No obstante, la realidad nos muestra lo contrario, para asegurar la cosecha de grano la caña se debería cargar de lignina, disminuyendo su digestibilidad. La celulosa y hemicelulosa de los forrajes son completamente digestibles, pero la lignina es casi indigerible y su presencia puede inhibir total o parcialmente la digestión de los otros constituyentes orgánicos. Por lo tanto, se plantea la posibilidad de que la selección para rendimiento de grano y resistencia a vuelco puede disminuir la calidad del forraje. La capacidad de la planta de resistir en pie hasta el momento de cosecha depende del contenido de lignina. En contraste, una gran resistencia de la caña no sería deseable para híbridos forrajeros, aunque es evidente que una baja concentración de lignina implicaría pérdidas importantes por vuelco o quebrado.

En los híbridos graníferos, se requiere una fuerte translocación desde la caña hacia el grano. En un híbrido para silaje no es necesario que sea de magnitud, ya que parte de los azúcares pueden permanecer en la caña sin generar pérdidas de rendimiento ni calidad. Más aún, la caña debería transformarse en un segundo depósito de energía altamente digestible. Un híbrido forrajero debe poseer un período de crecimiento prolongado para la zona considerada, es decir con un ciclo más largo que los híbridos graníferos más utilizados en el lugar, cañas y raíces fuertes, hojas todavía verdes al momento de madurez fisiológica, alto rendimiento de grano y elevado valor nutritivo por unidad de peso del forraje.

  1. De manejo:

 

La pregunta que más frecuentemente se escucha durante las recorridas a campo es ¿Cuál es el mejor híbrido? cuando la pregunta correcta sería ¿Cuál es el mejor productor?. La respuesta es simple: Aquel que maneja el cultivo en forma adecuada para la realidad del establecimiento. Actualmente no existen híbridos destinados a malos productores. Al contrario, los híbridos con mayor potencial de rendimiento son los más exigentes en condiciones ambientales y de manejo. Por lo tanto, primero se deben solucionar los problemas de manejo y luego seleccionar el híbrido adecuado. La elección del híbrido es el primer paso en la secuencia de producción y ya hemos visto que pueden diferenciarse por sus aptitudes graníferas y/o forrajeras. Pero, ¿El manejo del cultivo debe diferenciarse?. La respuesta es sí. Y desde el momento de siembra.

Antes de colocar la primera semilla en el suelo se debe haber regulado la sembradora para una densidad predeterminada. Si nuestro objetivo es la producción de grano, existirá una densidad óptima, a partir de la cual el rendimiento no aumenta, se mantiene estable, para luego decaer si seguimos aumentando el número de plantas por hectárea. Si el destino del cultivo es el ensilado de la planta completa la densidad óptima debe tener en cuenta el rendimiento del grano y del resto de los componentes del vegetal. Los resultados de los ensayos muestra una curva de producción muy diferente, que explica porqué la densidad poblacional en un híbrido destinado a ensilar debe ser mayor que en un híbrido para grano.

Valor diferencial del producto generado

Los costos de producción son siempre más elevados si el cultivo se destina para ensilaje. La gran diferencia la establece el sistema de cosecha y conservación. El producto obtenido no se puede "exportar" del establecimiento a diferencia del grano. Por lo tanto no es posible adjudicarle un valor monetario exacto. No tiene una cotización en pizarra. Sólo a través del producto animal generado puede valorizárselo. Pero este parámetro es muy difícil de evaluar, además de ser muy costoso. Esta situación hace que no exista una clara conciencia de las diferencias que deberían existir entre los materiales graníferos y los sileros. Tenemos que agregar el gran aumento de la inversión en I.D. que significaría para una empresa tener ambas líneas de trabajo. Solo el esfuerzo mancomunado de las Instituciones Públicas (Gobierno + Facultades + INTA), las Empresas semilleras y las Asociaciones de Productores permitirán concientizar al productor para que elija híbridos que reúnan mayores aptitudes que el sólo hecho de producir más grano.  

Columna

Escribe: Ingeniero Eduardo Figueroa – Consultor Privado en Alimentación Animal

Uso de silaje en la producción de leche y carne

El silaje de maíz, por su alto potencial de producción de forraje de buen valor nutritivo, es muy utilizado tanto en la producción de carne como en la producción de leche. Es de vital importancia para la intensificación de los sistemas de producción, ya que permite un incremento de la carga animal, sin disminución en las producciones individuales y además actúa como amortiguador en los sistemas pastoriles, permitiendo una mejor utilización de las pasturas durante su ciclo de crecimiento generando un incremento en la  productividad y sustentabilidad total del sistema.

A la hora de utilizarlo, lo primero que hay que definir es el objetivo de producción y en función de ese objetivo se debe definir el tipo de material a implantar, la tecnología de producción, almacenaje y distribución y la participación en la dieta y en el sistema de producción. Veamos algunos ejemplos:

  1. Cría: si el objetivo es mantener encerradas las vacas preñadas durante el otoño, manteniendo estable su condición corporal y permitiendo un descanso otoñal de las pasturas, buscaría un hibrido de alta producción de materia seca para bajar costos, con una digestibilidad media, para embolsarlo y suministrarlo en autoconsumo aportando el 100 % de la dieta diaria. Eventualmente suministrándoles sales en bateas.
  2. Invernada base pastoril: con un objetivo de ganancia de peso de 700-800 gr/día, buscaría un hibrido con alta producción de materia seca digestible por hectárea (MSD/ha), suministrado en autoconsumo embolsado y con un pastoreo diario que aporte un 20-40% de los requerimientos diarios de manera de balancear la proteína dietaria.
  3. Feed-lot: si mi objetivo fuera utilizar una dieta a base de grano, buscaría un hibrido similar al de las vacas de cría, en cambio si busco una dieta a base de forraje, el hibrido buscado sería similar al de un tambo que busca una alta producción individual.
  4. Tambo: si mi objetivo es maximizar la producción individual, debo buscar un hibrido con muy alta digestibilidad de fibra (> digestibilidad de la FDN) y una muy buena proporción de espiga sobre el total de la materia seca producida por hectárea, de manera de maximizar la producción individual y optimizar la eficiencia de conversión.