Encuentro de Cierre de Año de las Cuatro Cadenas

Autor: MAIZAR / Fecha: 18/12/19

Las asociaciones de cadenas agroindustriales somos organizaciones poco habituales en Argentina. Estamos integrados por distintos eslabones de la cadena de valor y determinamos las metas comunes en base al diálogo de sectores con intereses muchas veces contrapuestos. Somos foros donde el trabajo conjunto va construyendo confianza y es condición necesaria para avanzar.

Tenemos un largo ejercicio de permanecer en la mesa buscando el bien común de un conjunto de participantes necesariamente heterogéneo. Con este espíritu esperamos la instancia de dialogo propuesto por las nuevas autoridades nacionales en búsqueda del bien común del país.

La agroindustria argentina es un protagonista principal del crecimiento y desarrollo de nuestra patria. Generamos actividad económica e ingresamos divisas al país, exportando nuestro trabajo. Gran parte de nuestra actividad se realiza en el interior, integrando regiones centrales y periféricas.

El corazón de la agroindustria está en el campo. Nuestros productores generan bienes para el consumo directo e intermedios listos para ser transformados. Otros eslabones, desde los proveedores de insumos, pasando por los prestadores de servicios de toda índole, los operadores logísticos y la industria transformadora continúan agregándoles valor y multiplicando la actividad económica y el trabajo.

Pese a todas las falencias propias, los avatares del país y la necesidad de mejoras en los procesos productivos, la agroindustria argentina aún sigue siendo competitiva.

Generamos valor desde el campo hasta la góndola, desde la fábrica hasta el puerto, desde la chacra hasta la mesa. En todo el proceso productivo, demandamos una gran cantidad y variedad de trabajo de calidad en origen y en las ciudades, y generamos oportunidades para emprendedores a lo largo de todo el país.

El crecimiento de la agroindustria es el crecimiento de las oportunidades de trabajo, y es nuestra forma más efectiva de combatir el hambre y permitir a las familias salir de la pobreza. Es en definitiva una de las llaves para acceder a un desarrollo sostenible de nuestra sociedad.

Tradicionalmente el INTA, las Universidades y otros organismos públicos han sido los principales agentes estatales involucrados en la generación de conocimiento para la agroindustria. Pero desde hace muchos años la experimentación e innovación privada local marca el rumbo de buena parte de los avances tecnológicos y organizacionales. Esto es generación de conocimiento en origen. En muchos casos también se exporta.

También debemos facilitar la llegada de tecnologías superadoras. Necesitamos tener una ley de semillas y biotecnología moderna. En este sentido, queremos felicitar a la CONABIA por ser nuevamente ratificada como Centro de Referencia en Bioseguridad a nivel global.

La continuidad de la política de integración al mundo y el trabajo conjunto del Estado con el sector privado para abrir nuevos mercados internacionales es condición necesaria para que la agroindustria exprese todo su potencial socioeconómico. La apertura de mercados internacionales tiene el doble efecto de permitir a emprendedores desarrollar esos mercados, y a la vez lograr una mejora indirecta en el precio y calidad de los productos que llegan al consumidor argentino.

Por el contrario, toda limitación arbitraria de las exportaciones genera imprevisibilidad y confusión en el principal ordenador de las inversiones económicas, el precio. Sin precio cae la producción, sin producción no hay agregado de valor posible, y mucho menos inversiones productivas y empleo.

En el mismo sentido, los impuestos a las exportaciones, lógicamente terminan siendo transferidos a través de la cadena, impactando con más fuerza en el sector primario, justamente el eslabón más relacionado con el desarrollo territorial. Si se descapitaliza al eslabón base de la agroindustria a través de mayor presión impositiva caerá la producción total. Serán más perjudicados los pequeños productores y de regiones periféricas, sacándolos del sistema productivo.

No hay lugar para más impuestos, menos producción va a disminuir la recaudación fiscal. El estado debe buscar otras alternativas, apuntando en primer lugar a reducir costos superfluos de la política.

Los avances en transparencia de las operaciones comerciales, la simplificación tributaria y la simplificación registral deben profundizarse como políticas de estado. La confiabilidad y el respeto internacional del SENASA son un activo invaluable a preservar, no solo para el sector sino para todo el país.

Apoyamos las políticas de estabilización de las variables macroeconómicas. Es evidente que la pérdida de valor del peso y las altas tasas de interés hacen muy difícil el desarrollo de inversiones productivas. Las políticas de infraestructura, logística, energía, financiamiento, y promoción de la nutrición del suelo se deben priorizar para potenciar el proceso productivo.

Es necesario generar una política de estado público – privada que atienda los riesgos climáticos de productores y proveedores de insumos y servicios, como ocurre en los países competidores. Esto toma relevancia hoy, cuando una notoria sequía comienza a afectar seriamente el potencial productivo de vastas zonas. Esto inevitablemente traerá aparejado el quebranto de los productores de las regiones más afectadas.

Nuestra actividad nace en la tierra, el productor primario gestiona durante un tiempo y en un espacio determinado una porción del ambiente. Es inevitable que toda actividad humana impacte en la naturaleza. En el marco de Cambio Climático que estamos transitando, lo mínimo que podemos hacer hoy, es hacer las cosas mejor que ayer. Y planificar hoy las intervenciones, para que mañana sean mejores aún.

El camino de Buenas Prácticas Agropecuarias es una hoja de ruta que también es dinámica y necesita el constante enriquecimiento con nuevas experiencias e investigación, y hoy es el camino más consistente a seguir. Debe ser impulsado y promocionado por el Estado. Está claro que para tomar decisiones correctas debemos tener en cuenta el conocimiento científico, el avance tecnológico y la percepción social.

Finalmente, queremos agradecer a las autoridades entrantes y salientes su presencia en este evento. También a todos los miembros de otras cadenas agropecuarias y entidades vinculadas a la agroindustria hoy presentes, especialmente aquellos que viven en el interior del país. Por último, a la Bolsa de cereales de Buenos Aires, sin cuya inestimable colaboración no podríamos funcionar de la manera que lo hacemos.

 

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